jueves, 28 de mayo de 2015

Y pensé en un cuento...

A Juan se le cayó su globo blanco
Por Yessica Parissi Poumian

Hola lector ¿qué dices?, ¿que a ti qué te importa si a Juan se le cayó o no su globo blanco?

Para poder contestarte esa pregunta necesitamos comenzar por el principio…

…Juan es un chico algo gordito, juguetón, morenito y fíjate que le encantan los globos,  tiene uno que parece nave espacial, otro que parece una pelota de futbol hasta con lodo, otro que parece una ballena, uno que parece un refresco y hasta uno que parece una piña y ¡huele a piña!
Un día, creo que era martes; a Juan le dijeron sus papás que tendría un “hermanito”, al principio no entendió que era lo que iba a pasar, pero más o menos 9 meses después  lo llevaron a casa de sus abuelitos aunque tenía clases al día siguiente,  cuando pasaron por él le enseñaron a una persona muy chiquita, muy fea y pelona; lo llamaron su “hermanito”.
Desde que el “hermanito” había llegado a su casa, Juan era ignorado por sus papás, se sentía invisible, triste y enojado con el “hermanito”.
Un día cuando Juan regresó de la escuela, su mamá le tenía una sorpresa, dentro de una pequeña bolsa color verde que decía “Te quiero mucho Juan” había un globo blanco con el escudo de Super Chico, el super héroe favorito de Juan. ¡El globo era del tamaño de su cabeza!
Juan salió de la sala, corrió escaleras arriba y se topó con el “hermanito” al final de las escaleras, el horrendo y malvado “hermanito” lo sorprendió, le quitó de las manos su globo con más fuerza de la que Juan hubiera imaginado, ¡se lo metió a la boca! y lo chupó y lo chupó y lo chupó hasta que a Juan ya no le quedaron ganas de rescatarlo.
Se fue de ahí muy enojado y haciendo un gran berrinche, sabía que no regañarían al malvado “hermanito”, lo regañarían a él –por dejar que el bebé agarre cosas tan peligrosas- le diría su mamá.
Juan estaba tan enojado que pasó casi 2 semanas sacándole la lengua al feo “hermanito”, al que parecía darle risa la venganza de Juan, lo que puso a Juan furioso.
Un fin de semana Juan, su papá, su mamá y el “hermanito”  fueron a la fiesta de cumpleaños del niño de la casa de junto. La  casa de junto era una casa  muy bonita, con un gran patio.
Como en todas las fiestas, llegó la hora del show del payaso y los niños y sus mamás se sentaron en un gran circulo para verlo. Contó muchos chistes, unos muy graciosos y otros no tanto, de esos chistes malos solo los papás se reían. Pero como todos sabemos los adultos no tienen un buen sentido del humor.
Lo que más le interesó a Juan de toda la fiesta, fue una gran caja de premios y sorpresas que llevaba el payaso.

¿Por qué Juan estaba tan fascinado con esa caja? No, no era por un balón del tamaño de una casa, ni por un avión a control remoto, ni por un dinosaurio. De uno de los lados de la caja abierta colgaba un globo blanco con el escudo de Super Chico ¡Del tamaño de su cabeza!

Juan sabía que todos esos premios serían repartidos durante los concursos y él los ganaría todos con tal de conseguir ese globo. Ganó un papalote por encontrar más pelotas escondidas, ganó dos pelotas con olor a fruta en la carrera de costales, ganó un avión militar por hacer la pirámide de vasos más alta de todas. Ganó muchos premios, pero para cuando acabaron los concursos el globo seguía colgando de la orilla de la caja.
El payaso se despidió, levantó su caja y la metió a su coche pero antes de que pudiera cerrar la puerta, la vecina le ofreció un pedazo de pastel y lo llevó con los demás invitados. Juan aprovechó esta oportunidad, fue hacia el coche con cuidado para que nadie lo viera, se acercó a la puerta medio cerrada y cuando la abrió le sorprendió tanto lo que vio que casi se cae de espaldas.

¿Qué vio? No, no muchos payasos amontonados, como en los autos de payasos de las caricaturas. No, tampoco vio conejos saliendo de sombreros por arte de magia. Vio algo realmente extraño.

Por dentro, el auto era mucho más grande de lo que parecía por fuera. Las paredes eran de metal brillante,  estaban cubiertas de montones de botones y pantallas azules con símbolos raros que no se parecía a nada que él hubiera visto antes. Juan sabía leer y eso no era español. Al fondo de aquel pasillo un hombre muy feo con cabeza de lagartija llevaba la caja con su globo a una habitación obscura.
Cuando comenzaba a pensar en un plan para recuperar su globo, escuchó a su mamá gritar su nombre. Fue corriendo hasta allá, dejando su globo solo en aquel extraño lugar para que le dijeran –cuida  a tu hermanito para que los adultos vayamos por unas bebidas-.
No le pareció justo que a él lo castigaran de esa forma solo para que ellos fueran por unos refrescos, Juan también tenía sed pero tenía una misión; rescatar su globo a toda costa.
Juan cargó al pesado y oloroso “hermanito” en la espalda y regresó al coche del payaso. La puerta seguía abierta.  Juan se puso el dedo en la boca, para pedirle al “hermanito” que guardara silencio, él lo imitó, lo obedeció y se quedó calladito. A Juan le dejó de caer tan mal.
Juan abrió la puerta y entró con cuidado de que nadie lo viera, pasaron por aquel largo y frío pasillo lleno de botones y pantallas hasta la entrada de la habitación oscura a la que llevó su caja el hombre lagartija. No había puerta, pero la habitación estaba más oscura que la noche. Cuando la atravesó ¡las luces se prendieron como por arte de magia!
En aquél cuarto las paredes estaban llenas de grandes frascos con personas con cabeza de lagartija que parecía que dormían, además grandes máquinas tronaban y sonaban - tic tic tic - tac tac tac- arrullaban a los mounstruos.
Al fondo de aquel lugar tan extraño estaba la caja ¡el globo seguía colgando en la orilla!
Juan se acercó corriendo a la caja y aun sin poder creerlo levantó su mano lentamente para tomar su tesoro. En ese momento se escuchó un golpe. Juan volteó rápidamente olvidándose de su globo. Sabía que sus papás lo castigarían hasta que fuera un adulto si algo le pasaba al “hermanito”.
En la puerta, mirándolo con sus horribles ojos de reptil, estaba el hombre lagartija.  Juan vió que las piernas de aquellos monstruos hacían un gran arco por donde él podría pasar si se deslizaba, había visto al Super Chico escapar así de villanos montones de veces. Tomó con fuerza al “hermanito” entre sus brazos, corrió lo más rápido que pudo. Cuando estaba enfrente del hombre lagartija se deslizó y pasó como un rayo entre sus piernas y hasta afuera de la habitación. Aunque sorprendido y orgulloso por su logro, no se detuvo.
Corrió por el pasillo metálico, brincó fuera de aquel coche y siguió corriendo hasta que encontró a sus papás. Les contó todo lo que pasó lo más rápido que pudo, pero como siempre no le creyeron, le dijeron – ¿está bien el bebé? … mmmm… ¡Juan deja de estar de mentiroso y métete con tu hermanito a la casa!-.
En ese momento vió salir del coche a otro payaso, Juan sabía que eso era un hombre lagartija y que lo estaban buscando a él, así que con el “hermanito” entre sus brazos corrió hacia su casa con todas sus fuerzas. Y cerró la puerta con seguro. Juan estaba triste por haber sido llamado mentiroso y no tener su globo, pero sintió felicidad de poder regresar a su casa donde estaría seguro.
Adentro de la casa y Juan se hincó para poner al pelón y feo “hermanito” en el suelo, cuando vio que algo tenía en su mano…¡era el globo de la caja!
Juan arrancó el globo de la mano del bebé y sin darse cuenta se acercó demasiado, el “ hermanito”  aprovechó la oportunidad y  abrazó a Juan, él le devolvió el abrazo.
El lunes después de ese fin de semana lleno locuras, Juan llevó su globo de Super Chico a la escuela. A la hora del recreo a Juan se le cayó su globo blanco y no lo volvió a ver.
Cuando Juan llegó de la escuela, su hermanito lo saludó con pequeños gritos de alegría. Ese día Juan se dio cuenta de que no necesitaba globos de Super Chico, ni de piña, ni ser tratado como bebé por sus papás. Ahora tenía algo mejor, un compañero de aventuras. ¡Tenía un hermanito!

¿Ahora lo vez lector?

El globo blanco de Juan nos recuerda que los hermanitos aunque son cosas muy feas, aunque a veces son pelones, babean, huelen feo o toman cosas sin permiso, son NUESTROS mejores amigos.

¿Te gustó la historia de Juan y su hermanito?
¿Si?
A mí también.